Eisha Neely
Eisha
Neely
Babel, su torre, en su truncada ascensión sin límites, asumió el vértigo de las identidades lingüísticas impuestas, difícilmente asumibles y traducibles, el vértigo de la imposible rebelión de lo inextensible frente a lo absoluto, de lo finito frente a lo infinito. El pensamiento y su expresión quedaron atrapados en las ruinas de los densos muros levantados por lo mediato en su ansia de alcanzar la plenitud del todo, que no era sino la del omnipotente otro.
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