EXTERIORES. EXTENDER…

Exteriores. Extender el archivo a la ciudad, el trabajo a la amistad.

Si el tiempo específico responde a la necesidad de comprender nuevas formas de trabajo en las prácticas artísticas contemporáneas, la idea de post-estudio, de la que hablé en una entrada reciente (esta, que retoma este concepto propio de la práctica artística de Muntadas, como puede verse aquí), nos hace pensar en el espacio específico en el que se desarrolla un proyecto. Al hablar de espacio específico, no me refiero tanto a la idea de site-specific, es decir, a una forma de operar artísticamente que responde a un espacio concreto, a menudo el espacio expositivo para el que esta está destinada. Me refiero, más bien, a las relaciones que un proyecto establece con el lugar en el que se desarrolla en sus diferentes etapas, incluyendo la concepción, creación de metodologías y elaboración de displays para su posterior exposición. Me refiero, sobre todo, a las personas que rodean un proyecto y la implicación profesional y personal que generan.

En este sentido, visitar el ARXIU/AM es también, para mí, un modo de conocer una ciudad o una relación entre ciudades (Hospitalet-Barcelona) en la que se desarrollan circuitos y círculos, interiores y exteriores, que conforman un entramado de agenciamientos, redes y comparticiones de trabajo al que accedo por primera vez. Así el Arxiu me ofrece un modo de hacer que, de alguna forma, implica también un modo de vida, trama en la que amistad y trabajo, confrontando ese debilitamiento de los tejidos afectivos que, según señala Jameson, lleva a cabo el capitalismo tardío, interseccionan y ayudan a imaginar posibles formas de habitar la ciudad. 

Esta economía de las artes, de los sistemas artísticos, no deja de ser paradójica cuando productividad y precariedad (o sobreproductividad y poca generación de capital) se encuentran y desdibujan los límites entre afecto y trabajo, goce y algo parecido a la esclavitud del tiempo laboral contemporáneo. Recuerdo aquí que, en una entrevista realizada en París en 1960, preguntaron a Orson Welles si alguna vez contrató a un amigo para una película en vez de al actor más adecuado para interpretar el papel. Orson Welles responde que considera que sí y que lo volvería a hacer, ya que “cualquier otra forma de lealtad en la vida es más importante que el arte” y “sin duda la amistad también lo es”. Por ello, no hablo aquí de la relación entre trabajar y generar afectos, sino de la necesidad de construir amistad mientras se trabaja. Amistad, palabra quizás menos funcional en cuanto que poco capitalizable o, dicho de otro modo, menos productiva, pero que posiblemente es la única respuesta verdadera en tiempos de desarraigo y el mayor valor que he obtenido del trabajo en el arte.