Más allá de abrir cajas, clasificar materiales de trabajo, elaborar escritos y obras visuales, como comienzo de una investigación artística, el primer paso consiste en establecer metodologías y comprender formas de trabajo. En este sentido, Pamplona, Grazalema es un caso paradigmático para entender los modos de operar de Antoni Muntadas y su comprensión de la investigación como un proceso orgánico que se extiende en el tiempo, del que la obra no puede destilarse hasta haber experimentado una inmersión completa en lo que llama una “especificidad del tiempo”.
En un texto homónimo, Muntadas escribe:
Se ha hablado y se ha trabajado en el medio cultural sobre el concepto de especificidad en relación al espacio (site specific) y se ha detectado o debatido muy poco acerca de lo que podríamos llamar especificidad temporal (time specific).
Desde hace algunos años percibo estos conceptos vinculados a la idea de contexto, donde espacio y tiempo se superponen.
La voluntad de incidir en un contexto a través de intervenir en un espacio físico: ciudad, plaza, edificio… (…) ha sido determinante en prácticas culturales de años recientes. No solo conceptual, sino también formal y virtualmente.
El hecho de considerar el tiempo como un factor importante -la experiencia vivida y la relación como hechos históricos y/o acontecimientos compartidos- añade otras intenciones a una obra.1
Así descubro que una investigación sobre el proyecto requiere, a su vez, la experiencia de un tiempo específico en el que los datos y documentos recopilados, antes de poder transformarse en eso que denomino una “obra derivada”, puedan ser interiorizados, estructurados y re-ordenados. Esta idea, que me ha llevado a replantear los tiempos de trabajo propuestos, resulta también fundamental para comprender mis propios modos de creación. Cada poema es un tiempo específico, vivencia mezclada con memoria y reescritura, que a su vez se enmarca en el tiempo del libro, cuya estructura depende de los modos en los que cada texto se entrelaza con los otros textos y en cuyos gaps o huecos aparecen rastros, puntos de fugas y silencios que poseen una capacidad transformadora. Y todo ello, cada obra que cae a la página en forma de opera aperta, cae a su vez en ese espacio infinito que señala Blanchot como el espacio literario, una especificidad del tiempo en la que el poema “siempre vuelve a empezar” y en la que “escribir es lo interminable, lo incesante”2.
NOTAS AL PIE
1 MUNTADAS, A. Especificidad del tiempo. En Muntadas. Contextos II. Una Antología Crítica. Buenos aires: Ediciones diCom|ediciones, Espacio Fundación Telefónica y Centro Cultura España Buenos Aires (CCEBA), 2007.
2 BLANCHOT, M. El espacio literario. Grupo Planeta (GBS), 1992.
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